¿Qué le pasa a los hombres?
- Alejandra Orozco
- 30 may 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: hace 6 días
Una mirada honesta a su ausencia en el mundo del tango
En muchas milongas, prácticas y clases de tango alrededor del mundo, una escena se repite: una fila de seguidoras esperando su turno para bailar, mientras del lado de los líderes, sobran espacios vacíos. ¿Qué le pasa a los hombres? ¿Por qué son tan pocos los que se animan a bailar tango?
Una ausencia que se nota… y se sufre
El tango necesita de dos roles para existir. Y aunque en los últimos años se ha flexibilizado quién toma cada rol, la realidad es que en la mayoría de los espacios todavía se espera que los hombres lideren y las mujeres sigan. Esa tradición —rica, poderosa y profundamente simbólica— se ve cada vez más desbalanceada.
Muchas mujeres entran al mundo del tango con ilusión, solo para descubrir que bailar no depende únicamente de su entusiasmo: también necesitan pareja. Y los líderes escasean.
¿Por qué no hay más hombres?
Hay muchas posibles razones:
A muchos les cuesta mostrarse vulnerables o sensibles en un espacio de expresión corporal.
En algunos contextos sociales, aún se asocia el baile con lo “femenino”.
Les intimida el proceso de aprendizaje, especialmente si empiezan de adultos.
Otros simplemente no conocen el tango o no han sido invitados personalmente a probarlo.
Los pocos que hay… ¡cotizadísimos!
Y entonces sucede algo curioso: los hombres que sí bailan tango suelen estar “sobre demandados”. En clases, prácticas y festivales, reciben múltiples invitaciones a bailar. En algunos casos, esto fortalece su confianza y los motiva a seguir. En otros, se genera una especie de “élite” masculina, difícil de alcanzar para los nuevos.
¿Cómo revertimos esta tendencia?
Desde nuestro lugar en Tango Brigante, creemos que el cambio empieza por:
Invitar a más hombres al mundo del tango con mensajes accesibles, no elitistas.
Crear espacios de iniciación que no sean intimidantes.
Romper estereotipos: el tango también es fuerza, conexión, presencia.
Fomentar que mujeres, hombres y personas de todo tipo experimenten ambos roles.
Una invitación abierta
El tango argentino es mucho más que una danza: es un abrazo, una conversación sin palabras, un puente entre personas. Y para que ese puente exista, necesitamos de todos.
Si eres hombre y estás leyendo esto: animate. No se trata de “saber bailar”, sino de estar presente. Nadie nace sabiendo. Pero todos, absolutamente todos, podemos aprender a abrazar.

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